Reproducción de Nota El asalto afectó a contratas armamentísticas del Pentágono - La respuesta diplomática apunta a que se trata de un caso histórico de espionaje industrial.El Gobierno norteamericano protestarña formalmente ante el chino tras el ataque cibernético que sufrió una treintena de empresas norteamericanas, algunas de ellas relacionadas estrechamente con el Pentágono, a mediados de diciembre, y en el que, a través de los servidores de Google, unos espías lograron entrar en las cuentas de correo de activistas tibetanos. Representantes del Departamento de Estado se reunieron con miembros de la embajada china en Washington y tras el encuentro, anunciaron que enviarán una queja formal a Pekín la semana que viene.
"Expresaremos nuestra preocupación sobre este incidente y pediremos información a China y una explicación sobre cómo sucedió y qué medidas pueden tomar al respecto", explicó ayer el portavoz del Departamento de Estado, P. J. Crowleyh. En las últimas horas, empresas de seguridad online han confirmado los nombres de otras firmas atacadas desde unos servidores que referían a unas direcciones IP que en el pasado había utilizado el Gobierno chino.
Entre esas empresas está la contratista de defensa Northrop Grumman, que fabrica, entre otros, los bombarderos B-2 Spirit del Ejército nortamericano, y el mayor proveedor de seguridad online, Symantec. Los sectores de actividad de estas empresas y la respuesta diplomática de EE UU apuntan a que este es uno de los mayores casos de espionaje industrial de la historia.
"Esto no es sólo el caso de un espía entrando en las cuentas de correos de unos disidentes. Este es un problema mucho mayor. Es el mayor ataque contra un grupo de empresas que se recuerda en Internet. Es un caso gravísimo de espionaje que se sitúa entre lo empresarial y lo estratégico", explica un experto en seguridad cibernética que colabora con muchas de las empresas que han sido atacadas y que prefiere mantenerse en el anonimato.
Este experto considera, además, que ésta no fue una embestida aislada. El asalto, bautizado por los expertos como operación Aurora, "entra en toda una estrategia de ataques repetidos, procedentes de China, contra servidores de firmas estadounidenses. El último importante del que tenemos constancia ocurrió en julio".
Durante casi un mes, Google trató de que las demás firmas involucradas revelaran el ataque. Sus directivos negociaron con otros, sin éxito. Cuando tuvieron la certeza de que nadie revelaría que parte de su información secreta había sido robada, decidió anunciarlo en su blog oficial. Ni siquiera después, las demás empresas han querido admitir ni desmentir el ataque. "Northrop Grumman, como muchas empresas y organizaciones gubernamentales, sufre siempre el riesgo de ciberataques", se limitó a decir un portavoz en un e-mail.
En su estrategia, Google convirtió el ataque en un asunto de primer orden político. Hasta el punto de provocar una queja formal y un comunicado de la Secretaria de Estado, Hillary Clinton. Su portavoz, P. J. Crowley, expresó el jueves "serias preocupaciones sobre las posibles consecuencias de este asunto". "Este es un asunto muy serio", dijo.
Clinton envió a su asistente para asuntos relativos al este de Asia y el Pacífico, David Shear, a una reunión secreta con diversos miembros de la embajada de Pekín en Washington, el jueves. Según fuentes del Departamento de Estado, no logró ninguna explicación convincente ni garantías de que Pekín investigaría el ataque.
En Washington, muchos analistas interpretan el ataque como una acción coordinada por el Ejecutivo en Pekín. "Desde muchos sectores se entiende este ataque como una operación orquestada desde el Gobierno chino, que de ese modo puede compartir información privilegiada con sus compañías nacionales", explica Rob Knake, experto en ciberseguridad del Consejo de Relaciones Internacionales. Para él, la existencia misma de Internet ha cambiado los métodos de espionaje.
"En la Guerra Fría había unas normas, bien entendidas, sobre qué era y cómo se efectuaba el espionaje. Algunos espías empleaban años en obtener un puñado de documentos. Hoy, en una noche, desde una dirección IP, se puede descargar volúmenes completos de información clasificada. Y sin consecuencias reales, porque el espía está en China. El coste de estas operaciones es bajo y el éxito, muy probable. Por eso vemos y veremos un marcado aumento de casos de espionaje de este tipo. Pero es poco probable que el Gobierno de EE UU hable de espionaje, se centrará en el aspecto de la libertad de expresión y derechos humanos en Internet".
Por ahora, el Ejecutivo norteamericano ha exigido explicaciones pero sin actuar de forma airada ante China. Washington está negociando con Pekín un acuerdo estable en materia de cambio climático y lo utiliza como un interlocutor sólido en su política hacia Corea del Norte, entre otros asuntos críticos para su política internacional. El presidente Barack Obama no se ha pronunciado aún al respecto, lo que ha provocado las críticas de numerosos republicanos en el Congreso.
Nota Original: Hacer click acá (www.elpais.com)