Tributo a un pequeño gran montañés

A mi pequeño gran amigo y acompañante de caminatas, y a pesar de que ya no estés, siempre te llevaré conmigo en mi corazón, para que recibas, de alguna manera, la briza fresca de la libertad.

Un día gris, luego de una madrugada de llovizna y de llanto de la naturaleza, Mateo, mi pequeño amigo de caminatas, perdió su vida, víctima de una serie de infortunios; aunque el mayor de ellos sea el que lo conectó al sinsentido general de una absurda globalización, ... la que también globalizó, al menos, un virus, ... el de la Gripe A.

¿Qué tenía que ver Mateo con la manipulación del virus de la Gripe Española (norteamericana, más precisamente dicho) de 1918?
¿Qué con los criaderos de cerdos y empresas proveedoras de los «MacDonal's»?
¿Qué con aquellos que circulan de aeropuerto en aeropuerto de país en país?
...
¿Qué con los gobernantes ineptos del Estado Argentino?
¿Qué con los gobernantes ineptos del Estado de la Provincia y de la Municipalidad de Córdoba?
¿Qué con los encargados de las áreas sanitarias en todos los estratos?
¿Qué con la falta de preparación del personal médico en relación a esta pandemia (y no por el personal sino por los encargados de prever y proveer tales cosas)?
¿Qué con la falta de recursos de un país riquísimo, que no se cansan de saquearlo (principalmente los extranjeros, merced, también, a muchos de los que están adentro)?
¿Qué con la saturación del hospital, y el exceso de trabajo de los médicos, que en numerosos casos se descuidan y diagnostican mal, a pesar de estar en estado de pandemia?
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¿Qué con el empleador del papá del nene (paradójicamente, el abuelo) que no le proveyó de un seguro de salud confiable (aunque acá, la mayoría de estos servicios no sean muy confiable, al menos para gran parte de la población)?
¿Qué con las leyes laborales que no se cumplen ni hay vigilancia al respecto?
¿Qué con los hábitos de higiene que no se inculcan desde niño, tanto por los padres, como por los familiares y amigos (y que aún 'los adultos' no suelen, o solemos, practicar)?
¿Qué con el descuido de los padres ante síntomas, que son reiterados, pero que esta vez tuvieron el peor desenlace?
¿Qué con la pobreza (la que no sólo afecta en un nivel económico) de los padres y del entorno social?
¿Qué con aquellos que tienen todas las cosas a favor, y que a ellos estas enfermedades (las epidemias que matan) casi no les tocan?
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Todo esto, en realidad, ... no lo entiendo, pero creo que quizás todavía estamos a tiempo de repensar las cosas y permitirnos crear un mundo digno para que los niños ya no mueran, sino que vivan de verdad. ¡¡¡¡ Tratemos de dar un primer paso !!!!